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Alegría, ira (enfado), asco, tristeza y miedo. Estas cinco emociones responden a las básicas o primarias que todos los seres humanos somos capaces de experimentar.

En cada emoción básica podemos englobar otras más complejas y secundarias tales como: el aburrimiento, la añoranza, la soledad o la culpa.

Más allá de esta sencilla clasificación, vamos a profundizar un poco más sobre ellas, explicando para qué sirven y cómo podemos llegar a regularlas de una manera eficaz y equilibrada.

¿Qué son las emociones y cuál es su finalidad?

El concepto de emoción no es algo sencillo sino todo lo contrario, la emoción se define como un estado psicológico complejo que va a influir directamente en nuestra manera de pensar y en nuestra manera de comportarnos. El estado emocional que sentimos va a condicionar nuestros pensamientos y nuestros actos.

Las personas somos capaces de sentir muchas emociones distintas, incluso en un mismo día podemos experimentar estados emocionales bien diversos. Pero, ¿para qué sirven las emociones?

La emotividad tiene una misión funcional, es decir, nos permite distintas funciones gracias a la información del mundo exterior e interior que nos transmite. Por tanto, es la encargada de informarnos y transmitirnos información muy valiosa tanto para nuestra supervivencia como para nuestro bienestar. Cuando explico la definición de emoción en consulta, me gusta mucho usar la metáfora de “la paloma mensajera”: las emociones son como las palomas mensajeras, vienen a darnos su mensaje, el cual contiene una información que debemos saber descifrar en beneficio nuestro. 

¿Debemos reprimir las emociones?

Ahora que sabemos que su principal finalidad es informativa, resulta más fácil comprender que el hecho de escuchar y permitirnos sentir las emociones, será una de las premisas a tener en cuenta a la hora de saber gestionarlas mejor. ¡Sí, has oído bien! A pesar de que la sociedad tiende a considerar que hay que reprimirlas (sobre todo las conocidas como emociones negativas) e incluso suprimirlas, lo correcto es bien distinto y más bien todo lo contrario: las emociones son el motor de la vida de los seres humanos y sin ellas andaríamos perdidos a la hora de interaccionar con el mundo que nos rodea.

Los estados emocionales nos permiten conocer, crecer, aprender, evolucionar y sentirnos vivos con todos los sentidos. Así pues conviene no clasificar las emociones en buenas ni malas, ya que todas ellas tienen su misión y su utilidad.

diferentes estados de ánimo

Las emociones son como las palomas mensajeras, vienen a darnos su mensaje, el cual contiene una información que debemos saber descifrar en beneficio nuestro

Como decía con anterioridad, una de las acciones más habituales que solemos hacer los seres humanos es empeñarnos en reprimir o evitar nuestras emociones, o incluso empeñarnos en hacer ver que no las sentimos y preferimos bloquearlas. Esta negación sucede sobre todo cuando aparecen sentimientos que no nos resultan agradables, sino más bien difíciles de afrontar, tales como: la culpa, el miedo, la vergüenza, la soberbia o la soledad.

Las emociones son el motor de la vida de los seres humanos y sin ellas andaríamos perdidos a la hora de interaccionar con el mundo que nos rodea @aarroyof  - Haz clic para twittear!    

Pero ellas tienen un propósito que hasta que no se cumpla, no se van a desvanecer. Van a seguir ahí incluso con más fuerza que cuando aparecieron por primera vez o tal vez van a escoger otras formas desadaptativas de expresarse y canalizarse, convirtiéndose así en las causantes de nuestro malestar. Si nos empeñamos en apartarnos de ellas y no somos capaces de mirarlas y observarlas, aunque no nos guste lo que vemos o lo que nos hacen sentir, lo único que vamos a conseguir es ir en contra de nosotros mismos.

La gestión emocional y el trabajo terapéutico

Para aprender a gestionar y educar las emociones, existe lo que los psicólogos conocemos como las competencias emocionales. Dichas competencias nos permiten adquirir las destrezas suficientes para tener la capacidad de:

  • Tomar consciencia de las emociones para identificarlas: atiende a lo que llamamos consciencia emocional.
  • Aprender a regularlas, es decir, aprender a averiguar qué mensaje nos transmiten para así aprender a identificar qué cambios o adaptaciones conviene que hagamos a cada momento. Atiende a lo que llamamos regulación emocional.
  • Llevar a cabo el autoconocimiento para adquirir una mayor autonomía emocional, y por consiguiente, una actitud más positiva frente a la vida y una mejor autoestima frente al amor que nos dedicamos a nosotros mismos.  

Estas competencias se pueden aprender y mejorar dentro de un espacio terapéutico que tenga como objetivo la gestión emocional, hablando en términos generales.

Así pues, la base  para empezar a gestionar nuestras emociones de una forma más eficaz y saludable radica en tres puntos básicos que destacamos a continuación:

Puntos clave para la gestión emocional

  • La identificación y expresión emocional: escuchar y expresar nuestras emociones, ya sea oralmente o bien, usando otras formas como por ejemplo la escritura, la pintura o el arte. En casos en los que de entrada existe una barrera para identificar las emociones y por consiguiente para expresarlas, puede resultar de utilidad usar emocionarios o listado de emociones.
  • La aceptación y comprensión emocional: aunque nos cueste, debemos aceptarlas sin juicio y observarlas con atención para tomar consciencia de la información que nos quieren dar y así comprenderlas.
  • El permiso para sentirlas: permitirnos sentir quizás resulta algo muy evidente pero lo cierto es que es una realidad muy común encontrar a personas que no se permiten sentir, ya sea por miedo, dolor, por repercusión social, por creencias invalidantes (“yo no merezco sentir”) o por otros motivos diversos. Cuando esto sucede, las emociones tienden a bloquearse o a hacer ver que no existen aunque ellas siguen ahí.

Pongamos como ejemplo al miedo

emoción miedo De forma muy resumida, el miedo nos permite dos funciones: una de ellas es de protección (en casos de supervivencia nos ayuda a huir) y la otra nos confiere parálisis. En este último caso: cuando sentimos miedo, éste nos paraliza, nos bloquea y no nos permite avanzar, abandonando toda acción ligada a ese miedo e impidiéndonos hacer todo aquello que haríamos si el miedo no estuviera. Si sentimos miedo y evitamos enfrentarnos a él, éste se hará cada vez más grande y te hará sentir cada vez peor. En cambio, si aprendemos a gestionar y sentir el miedo de una forma más sana, nos sentiremos capaces de expresarlo, de aceptarlo, al fin y al cabo, de mirarlo y observarlo para a posterior, empezar a superarlo y a enfrentarnos a él.

Empieza ahora a mejorar la gestión de tus emociones

Una buena manera de empezar a dar pasitos para mejorar nuestras competencias emocionales es atender a nuestras emociones, a nuestras “palomas mensajeras”.

Un pequeño ejercicio para practicar a diario y que nos va a permitir mejorar la conexión con nuestras emociones y gestionarlas de manera más adaptativa, consiste en preguntarnos a nosotros mismos:

 

  1. ¿Cómo me he sentido hoy?
  2. ¿Cómo me estoy sintiendo?
  3. ¿Qué creo que necesito?

Desde nuestro equipo de psicólogas podemos ayudarte

Si crees que solo no vas a poder o te sientes con la necesidad de que alguien te acompañe a mejorar tu gestión emocional, pide ayuda psicológica. Siempre es un buen momento para dar el paso hacia el respeto de tus emociones.

Andrea Arroyo

Andrea Arroyo

Psicóloga sanitaria

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